JacquelineB.
Al llorar, abre la boca para gritar y no sale nada. No le entra aire tampoco, como si estuviera muerta por unos segundos. Huye lejos donde ya nadie le entiende, le hablan en dialectos demoniacos y taparse los oídos hace que le retumben más las voces en el cráneo. Huye de las garras de la desesperación y corre hacia lo gris, lo blanco y lo negro. Todo le duele, pica, quema. Es molesto estar así, pero es aguantadora y sólo se queja para sí. "Le dijimos que se detuviera a pensar", repetían. Ella no hace caso nunca. Camina lento en su vida rápida y nadie puede alterarle el ritmo, que nadie le apresure porque todo se le viene abajo.

Come y no le sabe a comida. Toma y el agua se convierte en vapor antes de nutrir. No logra revivirse porque nada a su alrededor le es familiar. Entre arenas movedizas, o caminos de espinas, o puras cosas de esas. El tiempo es incalculable; ya ni sabe cuánto ha pasado. ¿Qué más da? Está muy chiquita de todos modos... ¿o no? Al menos todo se ve igual.

Allá en una tierra lejana va y se desquita, de todos modos. Se desviste frente a todos, frente a uno, para ver si alguien logra entender las heridas. Parecen desvanecerse frente a ojos ajenos y sólo ella las ve entre los rincones. Ya no corre la sangre. Le pesan las caderas, las piernas y los senos. Que alguien la escuche, a ver si se deja.
JacquelineB.
Supongo que, por mera lógica, encuentro gran inspiración en grandes cosas. Tengo un gusto por mover montañas, a pesar de que a veces siento que no he movido ni un montonsito de arena. Continuamente critico mis propios logros y deslogros, sólo para darme cuenta que sigo estancada. Después, me pongo ojos de otro color y ¡al contrario! Todo corre en desmedida, no puedo controlar el tiempo y se me apresuran las cosas. Todo me es un vaivén de emociones, decisiones y complejidades de vida ahorita.

Esas grandes cosas realmente no son más que un montón de pequeñas cosas pegadas entre sí. Realmente lo que termino apreciando es la división de todo aquello, porque el producto en sí no es mi meta. Las experiencias son mis metas, los colores y texturas que delineo con las yemas, los lugares encantadores que me cantan algo diferente, la magia esa que no se puede copiar o repetir.

Busco que toda mi vida esté llena de eso. Puede ser de eso y más, pero con eso me bastaría. Tengo mucho a mi disposición y mucha pasión por darlo, para terminar teniendo más. Pretendo coleccionar todos esos papelillos, imágenes, letras y sonidos en el ser, para poder decir algún día qué fue de mí y a dónde fui a dar.

Me entran los miedos esos de madrugada aún, pero cada vez puedo conectar mejor las salidas de los laberintos y encontrarme con que ya no estoy tan lejos de todo eso. Casi que aunque no lo busque, viene corriendo a mí como una estampida. Ya es tan inevitable que me encanto de la emoción por su llegada.
JacquelineB.
Tuve que hacer esa llamada. En mi mente sabía que no me serviría de nada y sólo iba a cerciorarme de lo que estaba pensando, de lo que ya había decidido sin ayuda de nadie. Es tan obvio, pero como siempre, prefiero darle el beneficio de la duda a la obviedad y darle oportunidad de comprobarse contraria. Naturalmente, fallé y me dijeron exactamente lo que ya sabía que iba a escuchar.

Todo esto es un mentado juego. En alguna edad, recuerdo que estas cosas hasta eran de mi agrado, los podía incluso ver como pasatiempos, me entretenía y me gustaba la incertidumbre del resultado. Estaba más chava y realmente no me importaba, esa es la verdad. Ya es 2011, casi 12 años después de cumplir los 12 años y que me pegara la pubertad. No quiero juegos.

Jugar también es arriesgar. Y ponerme a mí misma en la línea cuando ya sé cuan vulnerable estoy, es simplemente ridículo, ignorante o de plano infantil. La verdad es que lo veo y entiendo cómo los caminos sí se entrecruzan, pero parece que vuelven a separar más adelante... Tengo miedo, eso es todo.
JacquelineB.
While napping earlier today, I dreamt the idiot people of the world didn't want to give up their closet space to save the world from total annhilation. By throwing out all of their unnecessary crap into the Pacific ocean, they could help stop (or at least slow down) the accelerated rising levels of sea water from the Atlantic. Don't ask why.

You see, the continents were literally drowning. Canada was "shipping off" to join the new earth crust that had been formed near Europe, where the rest of the continents were joined together to form a new version of Pangaea. Already the Americans had "bought" their ticket to safety and deserted their land with cowardice, with no interest of helping anyone but themselves. Shocking, huh?

Mexico and South America were doomed. Our only hope, which was my sole mission, was to dig a deeper Panama Canal so both the Atlantic and Pacific oceans would mesh together in order to stabilize themselves into the same sea level and stop the drowning.

So, there I was, trying to save the world with a shovel. And no one would help, of course.

*Note: This was a dream and I'm not a geologist, so no judging on the logic.
JacquelineB.
Entrada número 150.
A muy poco de cumplir cinco años de tener este blog.
Y estoy totalmente seca de ideas.
Qué cosas.
JacquelineB.
Hablé de lo malo. Hablé de mis heridas, los viejos momentos, los recuerdos de represión. Algunos de los malos momentos sé que salieron a la luz, junto con la carga y las historietas del ayer. Mucho sobre el pasado, mucho sobre mi presente pensante del pasado. Fue poco en duración, pero mucho en contenido. Hablé sobre el deslindaje de esto y el otro, de los aquellos. Pude, pero no quise decir más... Está bien: Quise, pero no pude decir más. Los miedos, las entrañas, el apretujar de los párpados cuando llega a la conciencia la memoria de todo eso. Acerca de mi discapacidad de soltar lo que retengo. Sobre el apego-desapego de las cositas de la vida y también las cosotas. Qué cosas.

Me salvo, porque también hablé de lo bueno. Se pudo saber sobre lo que me gusta y lo que solía gustarme. Hablaba sobre las dichas y los deseos, la belleza de las cosas actuales y las antiguas. No sé cómo me perdí entre uno y otro tema, la conversación parecía infinita. Platiqué conmigo misma... Sí, en voz alta y todo. Bien, un tercero no me cayó nada mal, después de tanto encerrar los pensamientos. Pero, así, sentí como si fuera una charla (aunque limitada por mis neurosis) real. Y, curiosamente, eso es de lo que más necesito ahora. Lo real, palpable y evidente.
JacquelineB.
La capacidad de asombro me parece el motor de la vida, el temblor que origina todo. No puedo concebir la mirada o el tacto como algo rutinario. Si pudiera dar un buen consejo, citaría directamente a Oliverio Girondo: Confecciónate una virginidad cada veinte minutos. Me parece un gran consejo existencial, una buena filosofía de vida.

En cuanto a las experiencias diarias, es cuestión de gustos: A mí me aburren si son muy evidentes. Cuanto más se parece una experiencia a una masturbación, menos calienta, por ponerlo de una manera. Si siguen imitando a todos aquellos que hablan de conservar, acabarán pareciéndose a la Gioconda. Entonces, la vida nos parecerá un modelo clásico y completamente previsible.

Por otro lado, diría que la belleza es reciclable como el papel. Pero hay, cada siglo o dos, una de esas bellezas eternas y sólo algunos de nosotros tenemos la dicha de topárnosla. Lo reciclable exige utilizar el pasado y renovarlo a partes iguales, pero lo eterno nadie se atreve a compartirlo.

¿Yo? Me considero estéticamente promiscua, quiero encontrarle la belleza a todo. Y por quererlo así, termino encontrándola. La técnica no es difícil. No tengo idea de dónde surgieron todas estas inspiraciones que me hacen llevar mi vida como la llevo, y espero no llegar a averiguarlo nunca. El inconsciente hace maravillas con nosotros y hay que dejar que lo siga haciendo.

La vida no nos cae, hay que buscarla. Los amantes no se eligen, hay que merecerlos.

Yo creo que la clave aquí es igualmente simple. Todo está en tocar, escuchar, mirar, oler y degustar con más atención. Ahí, una da cuenta de que la vida es más que una secuencia de días a ser vividos, sino que es todo eso sumado a un pedazo de carne y alma que no saben vivir una sin la otra. Es como tratar de separar los poemas narrativos, las narraciones líricas, las novelas fragmentarias: Si una se abre a los contenidos, puede ver su estética singular y saborear su pluralidad al mismo tiempo.
JacquelineB.
[despreocuparse prnl. Salir o librarse de una preocupación; desentenderse de algo o alguien.] 

...Y es justo lo que pretendo hacer. Verdad es que, en los últimos años, parece ser que la he vivido sumergida en agua de pantano, putrefacta e imposible. Se siente como si una nunca fuera a salir de ahí, jamás. Quizá no es tan exagerado, pero lo que quiero decir es que me sentía ahogada, torturada, amarrada. No se podía respirar ni mover, porque las cosas se ponían incluso peor. Lo mejor que se podía hacer en tal escenario era dejarse ir, para al menos sobrevivir lo más que se pudiera, pero al final del día: No había salida y sólo esperaba al hundimiento total.
 
Ese pantano no me tragó completa; fue como un milagro. No me he salido de él, simplemente las cosas se deformaron, para tomar forma otra vez, después. Como si algo me hubiera hecho reaccionar, y ahí, entre los químicos y el lodo, fue como si el agua se hubiera destilado para convertirse en el estanque de agua más pura y fresca en la tierra. Y en lugar de luchar por comerme el oxígeno que pudiera, me dejaba sumergir en ella hasta el cansancio. Era 'extasiante', cristalina, como la inagotable brisa de libertad que todos anhelan. Y en esa jovial humedad, mis preocupaciones desistieron.
 
Tenía miedo por aquellos, por éstos, por los de ahí y el de allá. Temía por los míos, los suyos, lo que escondía y hasta lo que no me pertenecía. Me asustaba el no tenerlo cerca, perder sin razón, lo de allá y lo del entonces. Y estaba espantada por mí misma, por mi culminación de culminaciones, la más grande de todas se me iba a acabar y no podía detenerlo. Lo que me definía, lo que me regocijaba, lo que me alimentaba en los días y me acariciaba en las noches, estaba a un paso de agotárseme. Todo estaba encima de mí; no podía quedarme quieta, cruzar los brazos y esperar mi demolición. Había problemas hasta en el aire inrespirable. Todos los dibujos, los sueños y las figuritas en prosa se empezaban a triturar entre ellas.
 
Hasta que me hice impermeable, y esa naturaleza se hizo de mí. Empapada y limpia, salí del estanque a reposar mi cabeza sobre una piedra y mis pies sobre el pasto verde. De las sombras se colaban las hojas que no aguantaron el frío y cayeron sobre mi cara. Y por allá, las aves posaban en la copa, y si antes pensaba que se burlaban de mí, y que aleteaban para borrar el cielo, y que cantaban para ahogar el silencio del tiempo... ahora las escuchaba invitarme a subir.

No era mi disposición el olvidar, no busqué el calor ni los remedios. El santuario llegó a mí sin esperarlo y este bosque se convirtió en mi almacén de vivencias. Había de todo en él: personas coloquiales e inmunes, materia haciendo el amor y la guerra simultáneamente, seres sonriendo y comiendo de la vida. Dejé que la respiración testamentara. Voy olvidando el brillo de tus estrellas... Y, de tanto asfixiarme de culpabilidad, me siento a contar, en vez, los segundos que marcan la naturalidad y cómo camino ahora sobre ella.
JacquelineB.
Perdón que venga a escribirlo aquí, pero no tengo otro lugar a dónde ir en estos momentos. Mi drenaje anda ocupado y no quiero ir a interrumpirlo. En un principio, este blog lo abrí precisamente para estos propósitos, y ahora que lo necesito vendré a aprovecharme de él un poco.

Y ésta será la última vez. La última vez, ¿me oyes? No tengo por qué decirte más, explicarte más, implorarte más. Llevo años ya en estos trotes y ya no hay nada que me detenga, ni tú mismo, porque has decidido no querer hacerlo. He decidido exactamente lo mismo. No se puede ir por la vida aplastando almas sólo por el gusto de ello (qué repugnante). No me importa si lo reciben personas que no deben, tengo que gritarlo para que veas, al menos, esa última vez... que por tí todo se termina rasposo, amargo, deshecho. Pero no me permitiré estar deshecha un segundo más.

Tengo mis razones, y puedo ahora más que nunca decir con seguridad que son tres millones más grandes que las tuyas. Aquí adentro, ya no hay nada. De anoche a hoy temprano, todo cambió. Anoche me ví envuelta en un mar de sensaciones de paz que me hicieron suspirar de nuevo. Todos los olores volvieron a captarme, podía oírlo todo, sentirlo todo de nuevo. En la mañana desperté en completo descanso, para que vinieras a romperlo todo con tus palabras hirientes, secas, torpes. Por un momento me torcieron los músculos, pero al soltar el aire pude ver todo claro de nuevo, como cuando la lluvia se traga el smog de la ciudad y se pueden enfocar los paisajes de nuevo.

Contrarrestando las alteraciones, vine a beber del agua más dulce que he probado. Y tú, en tu sed e ignorancia, no lo entenderás nunca. Me despido.
JacquelineB.
He concluído que mi familia es única. Es algo que llevo sabiendo desde que tengo uso de mi razón, pero es algo que comprobé una vez más el fin de semana pasado. Y aquí va la historia:

Pamela, mi hermana, y mi papá nos dijeron unas semanas antes que tenían unas "vacaciones sorpresa" para todos. "Todos" incluye la familia (mis papás, mis dos hermanas mayores, mi hermano y yo) y los allegados (el esposo y novios de los hijos). En total, conformamos diez personas. El viernes pasado, pues, después de que Sergio (mi novio) fue a recogerme a la UDEM en la noche, corrí a empacar lo que me faltaba para llevarme al susodicho viaje porque habíamos quedado de salir a las 8 PM en dos carros y ya eran casi las 9 de la noche.

Nos trepamos, pues, con todo y maletas, colchas, laptops, trajes de baño, ositos de peluche (sí, todo esto estaba en la lista de cosas que había que llevar y no sabíamos ni para qué) y partimos. No pasaron ni cinco minutos de haber arrancado en la avenida Garza Sada cuando Pamela dice que se le había olvidado algo en la casa. Sonaba bastante normal, así es esta familia de repente (me incluyo a mí misma). Llegando, ella nos dice que nos bajemos todos no sé con qué excusa y la seguimos a la entrada de la casa... Y a todos, de la nada, nos dice: "Es aquí".

Entre shock, risas y desconcertación, todos tardamos un poco en reaccionar/entender lo que estaba sucediendo. Aparentemente, tendríamos un "Crazy Camp", como ellos decidieron llamarlo (Pamela y mi papá, los organizadores) todo el fin de semana en mi casa. No podíamos salir a nigún lado, se habían organizado actividades, "chores" y todo tipo de cosas divertidas para los tres días. Los hombres durmieron en una parte de la casa y las mujeres en otra. Todos estábamos ahí: mis papás, Yolanda y Thierry; Michelle (mi hermana) y su esposo, Arturo; Pamela (mi otra hermana) y Benny, su novio; mi hermano Alan y su novia Alejandra, y Sergio acompañándome a mí. Las cinco parejas bajo un solo techo por tres días.

Y esa misma noche, todo comenzó. Pamela nos dio una explicación de lo que se trataba y nos enseñó un calendario que imprimió en grande para ver el plan. Tenía nombres en código, para que no entendiéramos lo que nos esperaba y no arruináramos la sorpresa de todo. Nos dijo ahí, también, que desde octubre lo estaban planeando. Yo estaba más que emocionada y feliz. Se me hizo genial la idea y ya quería que todo empezara.

En fin, mi papá se llevó a Benny, Sergio y Alejandra a unos departamentos que mi papá renta cerca de mi casa por los víveres/provisiones para el fin. Los demás nos quedamos en casa bajando todas las cosas de los carros que habíamos trepado en vano para satisfacer la ilusión del viaje. Cuando regresaron todos con bolsas y bolsas de comida, Pamela arrancó con la primer juego. En cada juego se eligió un moderador diferente y equipos diferentes al azar (siempre fueron dos equipos o juegos individuales). Los juegos eran competencias para obtener puntos/dinero que se iban acumulando individualmente en unos "buzones" con los nombres de cada quien. Había dos premios mayores para los dos primeros lugares. Además, se repartieron al azar a quién le tocaba hacer de comer y recoger en los distintos días, porque naturalmente íbamos a estar haciendo mucho mugrero todo el fin de semana.

No entraré en los detalles de cada juego, pero al menos mencionaré que jugamos lo siguiente (de lo que recuerdo, al menos): voleyball en el patio con una pelota gigante y los pies amarrados, pictionary actuado, "papelitos" o "charades" (en el que nosotros escribimos nombres de cosas que adivinar actuando, dibujando y demás), tiro al blanco con arco y carabina de postas, el juego ese en DVD de "Are you smarter than a fifth grader?" que es de cultura general, "Declaro La Guerra" (quienes no conocen este juego, no tuvieron infancia), pericocha, matatena, bebeleche, busca del tesoro, armar rompecabezas lo más rápido que se pueda, buscar datos curiosos en Internet, el juego ese en el que te ponen un post-it y tienes que adivinar qué eres haciéndole preguntas a tu oponente, retas de Tetris Attacks (Super Nintendo), Texas Hold'Em... y ya no recuerdo más. ¡Toda una bola de juegos divertidísimos! :D

El domingo, alrededor de las 7 de la tarde, todo terminó. Nos sentamos todos en la sala, agotados, y empezamos a platicar y reír de todo lo que habíamos vivido juntos. Cada quien tuvo la oportunidad de expresar lo que pensaron, cómo se sintieron y qué opinión general habían tenido de lo que se había hecho. Todos dijimos cosas buenas, de repente algunos comentarios sobre cómo mejorar para la próxima (porque aparentemente estuvo en todos que esto se tenían que volver a hacer), cosas que aprendimos y descubrimos de nosotros mismos. Fue increíble, como dijo Michelle, cómo logramos tanta diversión sin la necesidad de gastar casi nada de dinero. Nos sentimos más unidos, más en confianza. Realmente fue una experiencia increíble que jamás olvidaré.

...Y llegó el momento de la verdad: ¡Yo me llevé el premio mayor! Con $3,749 "pesos" acumulados, fui el primer lugar de todos y me gané un juego de mesa parecido a aquél que mencionaba de cultura general, junto con una carta escrita por Pamela en la que me felicitaba y me decía que yo tenía que organizar la siguiente jornada, haha. Michelle y yo ya dijimos que haremos la siguiente. Y mi mamá, en segundo lugar, se ganó otro juego de mesa similar. Total, comprobamos al mundo una vez más que soy fenomenal y victoriosa, haha.

Pamela dio unas palabras sobre el placer que le dio haber vivido esto y que todos hayamos cooperado como lo hicimos, que nos hayamos abierto a la experiencia por completo y que estaba agradecida con todos por haber accedido a hacerlo. Mi padre, que he visto llorar menos veces de los dedos que tengo, se le hizo un nudo en la garganta y le fue muy difícil hablar a pesar de que sólo quería decir una cosa. Me paré a abrazarlo, seguida de todos los demás y por fin, entre lágrimas, le salió decir: "Me dio gusto volver a ver a mis hijos pequeños".
JacquelineB.
[Primera entrada del año J].

Hoy fue el primer día del último semestre... y fue un fiasco. Dormí apenas las tres horas, porque las vacaciones hicieron un caos de mi horario de dormir, que terminé moviéndome durante la noche y descansaba por el día. Aún así, dejé que mi despertador se apoderara de mí a las 6:00 AM de la mañana en el primer lunes de clases de mi último semestre de carrera. El departamento de Psicología siempre tuvo un lindísimo sentido del humor, por lo que decidieron programar la clase de Programa de Evaluación Final (PEF), en la que se nos asesora para la elaboración de la tesis profesional, en un horario de lunes, miércoles y viernes a las 7:00 AM. Yo creo que, además de su crueldad, lo hacen porque saben que vivo a 40 minutos de la UDEM y saben que tengo que levantarme cuando el sol aún no sale para llegar a tiempo... y su humor no termina ahí.

Llegué corriendo al salón 2304 (espacio asignado por el sistema de elaboración de horarios) sólo para encontrarme con un salón cerrado, apagado y, para mi desgracia, completamente vacío. Busqué en los alrededores, el laboratorio de psicología, los auditorios, las oficinas del departamento... y nada. De hecho, ahora que lo pienso mejor, la UDEM estaba bastante silenciosa para ser primer día de clases. En fin, me dí la vuelta hasta allá para absolutamente nada, sólo para enterarme algunas horas después que la junta de los alumnos de último semestre será mañana martes a las 3:00 PM en uno de los auditorios. Qué lindos, ¿no? Eso de tener un correo exclusivamente de la universidad aparentemente no tiene uso alguno, mas que hacernos perder el tiempo metiéndonos a revisar día y noche cómo se la pasan mandándonos una gran masa de... nada.

Pero, en esencia, estoy feliz de haber regresado a clases, mucho más feliz de lo que hubiera pensado. Como dije anteriormente, la universidad estaba como de luto. Tremendamente callada y deshabitada. Hasta me sorprendió lo fácil que fue encontrar estacionamiento (la UDEM se reconoce por tener el peor sistema de estacionamiento del estado... o bueno, debería, porque en verdad es fatal). Al menos así se sintió cuando muy apenas ví un alma barriendo las hojas que se empiezan a caer de los árboles en las áreas verdes. Hacía un frío de los mil demonios, lo cual siempre ha sido curiosísimo, porque en el lustro completo que llevo yendo a clases para allá en tiempos de frío, siempre salgo de mi casa a una temperatura y llego allá a otra. Y jamás pude aprender, con toda la preparación académica que se me ha impuesto en ese lugar, este simple hecho: Siempre que salga de mi casa y sienta que sólo necesito un chaquetín ligero, significa que necesito gabardina, bufanda y guantes allá en el otro pico de la metrópoli.

*Sigh*. Ya se siente cada vez más cerca mi graduación. Cielos. Honestamente, creo que aún no me cae el veinte, y probablemente no me caiga hasta estar inmersa en plena época de finales, con los últimos trámites, entregas y pagos. No sé ni qué pensar ni cómo reaccionar, quizá porque todavía no me cae todo el peso encima. Gente por todos lados me dice que lo disfrute demasiado, los últimos seis meses de carrera, de universidad, de los años "dorados" o "maravillosos" de nuestra juventud. No lo veo tan fatalista, pero entiendo a lo que se refieren.

Sí, caminando en ese silencio y soledad en el vasto campus de la facultad, me entró la melancolía. Los últimos seis meses en los que me levantaré apurada para que no me pongan falta, en los que me desvelaré haciendo tareas que no entiendo, contestando exámenes para los que no me preparé, topándome con amigos en los pasillos y dándonos una rápida actualización de nuestras vidas en dos minutos, volándome clases para perderme en los salones de música, disfrutando una hora libre para comer con compañeros, correr de punta a punta del campus porque olvidé imprimir un trabajo, sentarme en el zacate a leer y platicar, ensayando para el concierto musical del semestre y pararme en el escenario de la universidad... Y como esas, tantas cosas más que empezaré a extrañar demasiado cuando me esté poniendo esa toga y virrete, en ese último día en que cierre este capítulo y me vaya caminando con mil recuerdos.

Es un extraño sentimiento, éste. Una sensación de alegría y melancolía al mismo tiempo, que se sumerge en mí de una manera extrañamente armoniosa, siendo sentimientos que se oponen entre sí. No olvidaré lo que significará esta última parte y, desde hoy, con todo el estrés que me espera en el semestre más pesado de mi carrera, sé que disfrutaré infinitamente cada día y cristalizaré cada recuerdo con más aprecio que nunca.

P.D. Por cierto... ¡Feliz año nuevo! :D