JacquelineB.
Traigo un severo caso de Christmas blues. Ni de broma es como en años pasados, creo que es la primera vez que me pega así de fuerte. No tanto parra traumarme y paralizarme de hacer lo que tengo que hacer, levantarme en las mañanas, salir a correr. Pero WOW, en verdad, qué pesado se siente. Me la paso quejándome, ¿no? Siempre hablo de las cargas pesadas, de que ya no puedo con tanto revolterío en la cabeza, de que me arde el corazón... etcétera, etcétera.

Al final del día son puras pamplinas. Pero hoy, ayer, la semana pasada, este último mes, en realidad no estoy exagerando. No estoy jugando el papel de víctima. No soy víctima de nada. Pero esta vez el dolor es más real que nunca... Ya no es exagerarlo para recibir atención, cariño, consejo de los demás. Es ridículamente genuino y fuerte. El problema es que ahora esa atención, cariño y consejo... no creo que me sirvan de nada.

Es que tengo las manos amarradas. Soy una persona que constantemente sabe qué tiene que hacer para lograr la meta. Por lo general sé cómo vencer los obstáculos, siempre he tenido la fuerza para hacerlo, la voluntad para avanzar, la inteligencia de tácticas. Pero, ¿qué hago cuando la resolución de un problema grande no está en mis manos? Realmente sólo puedo intentar hasta cierto punto, y ese sentimiento de impotencia me vuelve loca. Es que estoy loca. Creo que puedo arreglar el mundo y quizá debería pisar tierra... A pesar de que estamos en el umbral de Navidad y se vale soñar. En este caso no aplica y creo que es por eso que me siento así.

Tengo mucho frío. Pero creo que más que frío, tengo miedo. Sí. Soy alguien que constantemente tiene mucho miedo, pero por dentro siempre tengo confianza de poder vencerlo. Ahora no. La impotencia hace que el miedo se apodere de mí, mis manos amarradas hacen que me aterrorice más. El solo pensamiento de que esto ya no está en mí, que ya no puedo hacer nada, que ya nada depende de mí, que no está en mis manos... me da miedo. Si tuviera toda la confianza del mundo, no tendría por qué sentirme así. Pero esa confianza que alguna vez tuve, me la quitaron. ¿Cómo caminar tranquilamente con el corazón desprotegido? Mi paranoia en aumento.
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