Anoche fui a ver Dralion con mi susodicho a la gran carpa que pusieron en Fundidora, pegado a Plaza Sésamo. Es una producción de Cirque du Soleil que fusiona la tradición antigua del circo chino y el estilo propio del Cirque.
El nombre viene de sus dos símbolos más grandes: el dragón, representando el Este, y el león, que representa el Oeste. Trata sobre la búsqueda del armonía entre la humanidad y la naturaleza. Se ubica en un tiempo suspendido entre el pasado y el presente, en el que se celebra la vida a través de los cuatro elementos: aire, agua, fuego y tierra.
Vengo a hablar de esto porque me impactó demasiado. El arte, las acrobacias, las técnicas, la música, los vestuarios, el maquillaje, la coordinación, la comedia, el drama, los colores, la energía, la trama y el brillo. Todo me tuvo a punta de pie de principio a final.
Las típicas sorpresas de que en una de esas uno de puede caer que comúnmente nos da en los circos, en esta ocasión se triplicaron en todas los nervios de mi columna vertebral hasta la nuca. Hicieron de cosas tan peligrosas, emocionantes, estéticas e imposibles, que al salir de ahí aún no entiendes cómo lo hacen todo. La creatividad y la perfección a lo largo de toda la presentación me movieron toda por dentro.
Y hablando de moverme por dentro... Hubo un acto particular que fue, dejando detrás lo increíble y sorprendente, el más hermoso de todos los que ví. Una danza en el aire de una pareja colgada de largas ligas azules, mezclando fuerza y expresión corporal.
Azala, el elemento del aire, vuela con un hombre en un dueto increíble que mezcla el amor y la separación. Expresan el deseo el uno por el otro, donde al principio fijan su mirada, para después tomarse y comenzar a volar. Ella vuela para él de una manera hermosa e inalcanzable al principio de la historia, para después dejarse atrapar por él y juntos envolverse, abrazarse y apretarse. Se enamoran, se buscan y se exploran.
Al final ella lo deja para seguir volando, dejándolo a él en anhelo y dolor...
El nombre viene de sus dos símbolos más grandes: el dragón, representando el Este, y el león, que representa el Oeste. Trata sobre la búsqueda del armonía entre la humanidad y la naturaleza. Se ubica en un tiempo suspendido entre el pasado y el presente, en el que se celebra la vida a través de los cuatro elementos: aire, agua, fuego y tierra.
Vengo a hablar de esto porque me impactó demasiado. El arte, las acrobacias, las técnicas, la música, los vestuarios, el maquillaje, la coordinación, la comedia, el drama, los colores, la energía, la trama y el brillo. Todo me tuvo a punta de pie de principio a final.
Las típicas sorpresas de que en una de esas uno de puede caer que comúnmente nos da en los circos, en esta ocasión se triplicaron en todas los nervios de mi columna vertebral hasta la nuca. Hicieron de cosas tan peligrosas, emocionantes, estéticas e imposibles, que al salir de ahí aún no entiendes cómo lo hacen todo. La creatividad y la perfección a lo largo de toda la presentación me movieron toda por dentro.
Y hablando de moverme por dentro... Hubo un acto particular que fue, dejando detrás lo increíble y sorprendente, el más hermoso de todos los que ví. Una danza en el aire de una pareja colgada de largas ligas azules, mezclando fuerza y expresión corporal.
Azala, el elemento del aire, vuela con un hombre en un dueto increíble que mezcla el amor y la separación. Expresan el deseo el uno por el otro, donde al principio fijan su mirada, para después tomarse y comenzar a volar. Ella vuela para él de una manera hermosa e inalcanzable al principio de la historia, para después dejarse atrapar por él y juntos envolverse, abrazarse y apretarse. Se enamoran, se buscan y se exploran.
Al final ella lo deja para seguir volando, dejándolo a él en anhelo y dolor...
una palabra:
AWSOME!!!