JacquelineB.
[despreocuparse prnl. Salir o librarse de una preocupación; desentenderse de algo o alguien.] 

...Y es justo lo que pretendo hacer. Verdad es que, en los últimos años, parece ser que la he vivido sumergida en agua de pantano, putrefacta e imposible. Se siente como si una nunca fuera a salir de ahí, jamás. Quizá no es tan exagerado, pero lo que quiero decir es que me sentía ahogada, torturada, amarrada. No se podía respirar ni mover, porque las cosas se ponían incluso peor. Lo mejor que se podía hacer en tal escenario era dejarse ir, para al menos sobrevivir lo más que se pudiera, pero al final del día: No había salida y sólo esperaba al hundimiento total.
 
Ese pantano no me tragó completa; fue como un milagro. No me he salido de él, simplemente las cosas se deformaron, para tomar forma otra vez, después. Como si algo me hubiera hecho reaccionar, y ahí, entre los químicos y el lodo, fue como si el agua se hubiera destilado para convertirse en el estanque de agua más pura y fresca en la tierra. Y en lugar de luchar por comerme el oxígeno que pudiera, me dejaba sumergir en ella hasta el cansancio. Era 'extasiante', cristalina, como la inagotable brisa de libertad que todos anhelan. Y en esa jovial humedad, mis preocupaciones desistieron.
 
Tenía miedo por aquellos, por éstos, por los de ahí y el de allá. Temía por los míos, los suyos, lo que escondía y hasta lo que no me pertenecía. Me asustaba el no tenerlo cerca, perder sin razón, lo de allá y lo del entonces. Y estaba espantada por mí misma, por mi culminación de culminaciones, la más grande de todas se me iba a acabar y no podía detenerlo. Lo que me definía, lo que me regocijaba, lo que me alimentaba en los días y me acariciaba en las noches, estaba a un paso de agotárseme. Todo estaba encima de mí; no podía quedarme quieta, cruzar los brazos y esperar mi demolición. Había problemas hasta en el aire inrespirable. Todos los dibujos, los sueños y las figuritas en prosa se empezaban a triturar entre ellas.
 
Hasta que me hice impermeable, y esa naturaleza se hizo de mí. Empapada y limpia, salí del estanque a reposar mi cabeza sobre una piedra y mis pies sobre el pasto verde. De las sombras se colaban las hojas que no aguantaron el frío y cayeron sobre mi cara. Y por allá, las aves posaban en la copa, y si antes pensaba que se burlaban de mí, y que aleteaban para borrar el cielo, y que cantaban para ahogar el silencio del tiempo... ahora las escuchaba invitarme a subir.

No era mi disposición el olvidar, no busqué el calor ni los remedios. El santuario llegó a mí sin esperarlo y este bosque se convirtió en mi almacén de vivencias. Había de todo en él: personas coloquiales e inmunes, materia haciendo el amor y la guerra simultáneamente, seres sonriendo y comiendo de la vida. Dejé que la respiración testamentara. Voy olvidando el brillo de tus estrellas... Y, de tanto asfixiarme de culpabilidad, me siento a contar, en vez, los segundos que marcan la naturalidad y cómo camino ahora sobre ella.
JacquelineB.
Perdón que venga a escribirlo aquí, pero no tengo otro lugar a dónde ir en estos momentos. Mi drenaje anda ocupado y no quiero ir a interrumpirlo. En un principio, este blog lo abrí precisamente para estos propósitos, y ahora que lo necesito vendré a aprovecharme de él un poco.

Y ésta será la última vez. La última vez, ¿me oyes? No tengo por qué decirte más, explicarte más, implorarte más. Llevo años ya en estos trotes y ya no hay nada que me detenga, ni tú mismo, porque has decidido no querer hacerlo. He decidido exactamente lo mismo. No se puede ir por la vida aplastando almas sólo por el gusto de ello (qué repugnante). No me importa si lo reciben personas que no deben, tengo que gritarlo para que veas, al menos, esa última vez... que por tí todo se termina rasposo, amargo, deshecho. Pero no me permitiré estar deshecha un segundo más.

Tengo mis razones, y puedo ahora más que nunca decir con seguridad que son tres millones más grandes que las tuyas. Aquí adentro, ya no hay nada. De anoche a hoy temprano, todo cambió. Anoche me ví envuelta en un mar de sensaciones de paz que me hicieron suspirar de nuevo. Todos los olores volvieron a captarme, podía oírlo todo, sentirlo todo de nuevo. En la mañana desperté en completo descanso, para que vinieras a romperlo todo con tus palabras hirientes, secas, torpes. Por un momento me torcieron los músculos, pero al soltar el aire pude ver todo claro de nuevo, como cuando la lluvia se traga el smog de la ciudad y se pueden enfocar los paisajes de nuevo.

Contrarrestando las alteraciones, vine a beber del agua más dulce que he probado. Y tú, en tu sed e ignorancia, no lo entenderás nunca. Me despido.
JacquelineB.
He concluído que mi familia es única. Es algo que llevo sabiendo desde que tengo uso de mi razón, pero es algo que comprobé una vez más el fin de semana pasado. Y aquí va la historia:

Pamela, mi hermana, y mi papá nos dijeron unas semanas antes que tenían unas "vacaciones sorpresa" para todos. "Todos" incluye la familia (mis papás, mis dos hermanas mayores, mi hermano y yo) y los allegados (el esposo y novios de los hijos). En total, conformamos diez personas. El viernes pasado, pues, después de que Sergio (mi novio) fue a recogerme a la UDEM en la noche, corrí a empacar lo que me faltaba para llevarme al susodicho viaje porque habíamos quedado de salir a las 8 PM en dos carros y ya eran casi las 9 de la noche.

Nos trepamos, pues, con todo y maletas, colchas, laptops, trajes de baño, ositos de peluche (sí, todo esto estaba en la lista de cosas que había que llevar y no sabíamos ni para qué) y partimos. No pasaron ni cinco minutos de haber arrancado en la avenida Garza Sada cuando Pamela dice que se le había olvidado algo en la casa. Sonaba bastante normal, así es esta familia de repente (me incluyo a mí misma). Llegando, ella nos dice que nos bajemos todos no sé con qué excusa y la seguimos a la entrada de la casa... Y a todos, de la nada, nos dice: "Es aquí".

Entre shock, risas y desconcertación, todos tardamos un poco en reaccionar/entender lo que estaba sucediendo. Aparentemente, tendríamos un "Crazy Camp", como ellos decidieron llamarlo (Pamela y mi papá, los organizadores) todo el fin de semana en mi casa. No podíamos salir a nigún lado, se habían organizado actividades, "chores" y todo tipo de cosas divertidas para los tres días. Los hombres durmieron en una parte de la casa y las mujeres en otra. Todos estábamos ahí: mis papás, Yolanda y Thierry; Michelle (mi hermana) y su esposo, Arturo; Pamela (mi otra hermana) y Benny, su novio; mi hermano Alan y su novia Alejandra, y Sergio acompañándome a mí. Las cinco parejas bajo un solo techo por tres días.

Y esa misma noche, todo comenzó. Pamela nos dio una explicación de lo que se trataba y nos enseñó un calendario que imprimió en grande para ver el plan. Tenía nombres en código, para que no entendiéramos lo que nos esperaba y no arruináramos la sorpresa de todo. Nos dijo ahí, también, que desde octubre lo estaban planeando. Yo estaba más que emocionada y feliz. Se me hizo genial la idea y ya quería que todo empezara.

En fin, mi papá se llevó a Benny, Sergio y Alejandra a unos departamentos que mi papá renta cerca de mi casa por los víveres/provisiones para el fin. Los demás nos quedamos en casa bajando todas las cosas de los carros que habíamos trepado en vano para satisfacer la ilusión del viaje. Cuando regresaron todos con bolsas y bolsas de comida, Pamela arrancó con la primer juego. En cada juego se eligió un moderador diferente y equipos diferentes al azar (siempre fueron dos equipos o juegos individuales). Los juegos eran competencias para obtener puntos/dinero que se iban acumulando individualmente en unos "buzones" con los nombres de cada quien. Había dos premios mayores para los dos primeros lugares. Además, se repartieron al azar a quién le tocaba hacer de comer y recoger en los distintos días, porque naturalmente íbamos a estar haciendo mucho mugrero todo el fin de semana.

No entraré en los detalles de cada juego, pero al menos mencionaré que jugamos lo siguiente (de lo que recuerdo, al menos): voleyball en el patio con una pelota gigante y los pies amarrados, pictionary actuado, "papelitos" o "charades" (en el que nosotros escribimos nombres de cosas que adivinar actuando, dibujando y demás), tiro al blanco con arco y carabina de postas, el juego ese en DVD de "Are you smarter than a fifth grader?" que es de cultura general, "Declaro La Guerra" (quienes no conocen este juego, no tuvieron infancia), pericocha, matatena, bebeleche, busca del tesoro, armar rompecabezas lo más rápido que se pueda, buscar datos curiosos en Internet, el juego ese en el que te ponen un post-it y tienes que adivinar qué eres haciéndole preguntas a tu oponente, retas de Tetris Attacks (Super Nintendo), Texas Hold'Em... y ya no recuerdo más. ¡Toda una bola de juegos divertidísimos! :D

El domingo, alrededor de las 7 de la tarde, todo terminó. Nos sentamos todos en la sala, agotados, y empezamos a platicar y reír de todo lo que habíamos vivido juntos. Cada quien tuvo la oportunidad de expresar lo que pensaron, cómo se sintieron y qué opinión general habían tenido de lo que se había hecho. Todos dijimos cosas buenas, de repente algunos comentarios sobre cómo mejorar para la próxima (porque aparentemente estuvo en todos que esto se tenían que volver a hacer), cosas que aprendimos y descubrimos de nosotros mismos. Fue increíble, como dijo Michelle, cómo logramos tanta diversión sin la necesidad de gastar casi nada de dinero. Nos sentimos más unidos, más en confianza. Realmente fue una experiencia increíble que jamás olvidaré.

...Y llegó el momento de la verdad: ¡Yo me llevé el premio mayor! Con $3,749 "pesos" acumulados, fui el primer lugar de todos y me gané un juego de mesa parecido a aquél que mencionaba de cultura general, junto con una carta escrita por Pamela en la que me felicitaba y me decía que yo tenía que organizar la siguiente jornada, haha. Michelle y yo ya dijimos que haremos la siguiente. Y mi mamá, en segundo lugar, se ganó otro juego de mesa similar. Total, comprobamos al mundo una vez más que soy fenomenal y victoriosa, haha.

Pamela dio unas palabras sobre el placer que le dio haber vivido esto y que todos hayamos cooperado como lo hicimos, que nos hayamos abierto a la experiencia por completo y que estaba agradecida con todos por haber accedido a hacerlo. Mi padre, que he visto llorar menos veces de los dedos que tengo, se le hizo un nudo en la garganta y le fue muy difícil hablar a pesar de que sólo quería decir una cosa. Me paré a abrazarlo, seguida de todos los demás y por fin, entre lágrimas, le salió decir: "Me dio gusto volver a ver a mis hijos pequeños".