Es como querer buscar algo que no es y perderme en él, para luego darme cuenta de que ahí estuvo todo este tiempo. Mi problema no es el tiempo, sino las cascadas que escucho a lo lejos, presumiéndome vida y frescura. Presumiéndome amor. Es celar toda gota de sudor que derraman los amantes en la ciudad. Se venden clandestinos, pero todos nosotros sabemos más porque nos pasamos los días buscándolo. Pero no quiero ser como ellos, ni andar en sus caminos de piedra que marcaron las parejas en siglos pasados. Quiero una caricia en la mejilla que se lleve la última lágrima y me cargue a las nubes. Sólo ahí, sólo así todo haría sentido. Esa caricia, esa mano no la dejaría ir nunca.
Benditas cascadas... Y yo aquí, con la piel reseca y los labios partidos. No puedo conciliar el sueño. Lo necesito, porque es ahí donde perdí un viejo papel que me revela la ruta a esa fuente de vida y jovial humedad. Llévame a un lugar que jamás he pisado, porque me canso de podrirme cada día sabiendo que será como el anterior. Quiero conocer algo infinitamente interesante. No tengo por qué encerrarme en los lineamientos de mi piel, me siento más grande que mi propio cuerpo que se encoje y ya no sabe contenerme. Mucho menos sabe esperar. Pierde elasticidad y se muestra impaciente, palpitante. Quiero irme.
Puedo ir y venir en una noche, lo prometo.
Benditas cascadas... Y yo aquí, con la piel reseca y los labios partidos. No puedo conciliar el sueño. Lo necesito, porque es ahí donde perdí un viejo papel que me revela la ruta a esa fuente de vida y jovial humedad. Llévame a un lugar que jamás he pisado, porque me canso de podrirme cada día sabiendo que será como el anterior. Quiero conocer algo infinitamente interesante. No tengo por qué encerrarme en los lineamientos de mi piel, me siento más grande que mi propio cuerpo que se encoje y ya no sabe contenerme. Mucho menos sabe esperar. Pierde elasticidad y se muestra impaciente, palpitante. Quiero irme.
Puedo ir y venir en una noche, lo prometo.