JacquelineB.
JacquelineB.
Ella corrió como nunca. Huyó de las garras de la desesperación. Era tanto su amor por el príncipe que antes de volverse loca, escapó de las tierras que tocaba su amado. Encontró un país con la ciudad más otoñal que se le ocurrió, para estar en sintonía con el ambiente. París había de ser su hogar de ahora en adelante... su santuario, podría decirse. La ciudad se veía en blanco y negro. Tenía que ir a un museo a observar pinturas sin parpadear, porque París, aún siendo ciudad de luz, era de puros tonos gris. Ella nunca se curó.

Mi silencio ya no es opaco. Mi calor aglomera habitaciones, busca banquetas donde arrastrarme. No quiere volar como antes. Se mueve bajo los pies ajenos. Encuentra su opuesto en cada... palabra... que recibe. No se rescata. No quiere ser rescatado. Presiente tus falsos movimientos. Escasean en mí. Me deja fría.

Ya no la busques ahí. Esa niña ya no te sabe esperar. Quiere ser mujer. Se alivia de ser infantil. Se pinta la boca. Prefiere no ser tonta. Comienza otro capítulo en su diario rosa. Crees muchas cosas y te sientes muchas otras. Pareces invencible. Orillas a que te contesten lo que quieres, pero no quieres escuchar. No, no, no. Ya vete. Me repugnas. No te reconozco. Sales de aquí creyendo en muchas cosas. Se rompe tu máscara por las noches y se atraviesa tu imagen que está cerca. Repite, repite. Los colores azules no te escuchan. Grita. Vuela. Imagina que te caes. ¿Qué sientes? ¿Cómo te ves? Piensas en algo pequeño, como siempre. Vístete de mi piel y trata de entender. Trata de ver... grande.

Parece que no quieres salir de ahí, estúpido ratón jodido. Te revuelvas en tu rincón cocinando tu cerebro con las ideas oscuras de todo. Te calificas de cuerdo, pero te maltratas tus muñecas amenazándote de muerte. Quieres buscarte, pero no esperas encontrarte. Te escondes y quieres que te escuchen. Los ecos no se entienden, ratoncillo. Mejor piérdete.

Recuerdos. Bailar con esas miradas, cantar con la voz de las entrañas, volar con los ojos puestos en el cielo y sonreírle a la luna. Esta es mi religión. La sigo. La creo. Mírame cuando estoy bella. No te pierdas los segundos en que me río con toda el alma. Busca mis ojos aunque te los esconda, corre detrás de mí si te escupí, abrázame más fuerte cada vez que te aviente más lejos. Así me doy cuenta que en realidad me amas. Te necesito tanto, tanto, tanto. Si oculto mi amor completo, talvez te quedes conmigo. Tal vez me ames como yo. Te quiero más de lo que crees, te anhelo en las noches más de lo que imagines, te sueño con más deseo de lo que eres capaz de concebir.

Sí, estoy loca por ti. Me enloquece tu solo recuerdo, me enloquecen las comisuras de tus labios, los nudillos de tus dedos y tus pies grandes. Viviría por siempre al lado tuyo. Permitiría que me toques, que me despeines, que me desgarres... cada vez más profundo. Me vestiría para ti cada día y por las noches me entregaría. Ya no te hagas. Ya no. Y ven a mí. Corre, corre, corre por mí. Ya te lloré lo suficiente, para que vengas a quedarte. No me pides que te dé ya más.

Sigue aquí y me harás tan, pero tan feliz. Búscame, bésame y júrame que lo que te falta está en mí. Ya no lloro, ya no escucho las canciones de primavera. Estoy en otoño. Y si muero, ya no dudes que mi amor, todo, todo, todo mi amor seguirá dentro de ti. Y no hablará si no es contigo. Perfumará por las noches tu amor, callará sin temor las lágrimas que me llorarás. Piensa bien lo que dirás en ese último suspiro, porque esas palabras las cantaré en la eternidad.

Cuando me hablas del amor, mi adentro te entiende. Me haces volar en un cielo etéreo que busca enloquecerme. Sabes encontrar mi mano en un mar de estrellas. Me encanta que sepas reconocerme en la multitud de voces en donde me pongo a jugar y perderme. Me amas a cualquier hora y en el lugar donde acordamos con la mirada. Me suavizas cuando me hablas, me ablandeces. Me ves tan grande con todos mis defectos. Me haces temblar de miedo frente a ti. Me busco en tus ojos, pero suelo sentir ahogarme y me escondo en mis párpados buscando refugio de tu fuerza. Aprendo a sentir tus caricias como si fuera la primera vez que tocas a una mujer. Me hablas de tus pensamientos con dolor ilusionado. Me parece que me enseñas a bailar, que me enseñas a moverme.

Eres mi misterio más grande. De repente eres el hombre más grande, grandioso, alto que jamás ha existido. Y en otro momento te conviertes en un enano pequeño, rendido de cansancio en mis piernas. No sé a dónde vas a parar a veces. Sé que te cobijas con mis brazos y entierras mis manos en tus cabellos. Y sé que eres maravilloso porque te sé capaz de amarme.

Mi voz se parece tanto a la tuya cuando nos entregamos al éxtasis del silencio que nos protege de malos ojos. Se confunden tras un vidrio que nos alimenta de la intimidad que buscamos. Y de repente las paredes se hacen suaves, las cascadas callan y caen más lento, el aire se detiene y el tiempo sopla. Los muebles se convierten en cuanta cosa queremos. Las sillas son las piedras de aquel valle en que todos se enamoran...

Pero no te conozco. No estás. No te he visto. Me despierto segura de que me dormí en tu hombro y no encuentro nada. Te sueño. Te idealizo de mil y un maneras pero no te apareces. No sé si te escondes, o simplemente... no existes. Pero te espero. Juro que estás en algún lugar del mundo y que también me esperas a mí. Me sueñas también. El mundo es grande y nos hemos tardado en correr a los brazos del otro. Pero nos encontraremos. Ya estás aquí, nadamás me falta verte. Me falta tu cuerpo para poder tocarte. Me falta tu voz y me faltan tus manos. Me faltan tus risas y tus comentarios fuera de lugar. Necesito que me tomes, me cargues, me lleves lejos y cerca.

Ve al valle... ahí te espero, sola, sentada en una piedra junto al lago y el hogar a mil mariposas. Estoy ahí, jugando con los pies descalzos a salpicar el agua que corre fresca gracias a las cascadas de vida. Todos los demás juegan con su otro mientras yo sigo en la espera. Y no me muevo. El sol envuelve mi piel porque no hay nadie más que lo haga. Estoy esperando que una sombra aparezca a mis espaldas, me cargue y me hunda en el agua más fresca que he tomado. Ahí te espero. Anda. Ve, encuéntrame y enamórame.
JacquelineB.
Quizá me la bañé con la entrada anterior, esperando que todo mundo entendiera cuando estaba algo difícil. Pero como dijo César, el título y en sí el contenido del video habla mucho. Y pues, en cuanto a la letra, se trata de una mujer que nomás no se decide qué ropa ponerse, porque tiene demasiada y muy variada. "Elle sait jamais ce qu'elle veut"... Nunca sabe lo que quiere.

Pero es que ese no es el caso. No entienden. No pueden entender y no espero que entiendan. Sabe lo que quiere pero no lo encuentra. Y no lo encuentra probablemente porque no lo busca bien. O a lo mejor no lo busca bien por ciega, bruta o ignorante. Es muy distraída, además. Agrégale que siempre anda en la luna según ella buscando lo que quiere, y lo que quiere está en el mundo real, abajo de ella, sobre la tierra, entre nosotros. Pero nomás no lo ve. No sé si no lo encuentra porque está escondido o porque ella no lo quiere ver. ¿Por qué no quiere ver? Presume querer pero si realmente quisiera, ¿no lo hubiera encontrado ya?

Es una mentira. Sé que lo quiere, es un hecho. Tan hecho es como es un hecho que la luna viene después del sol. Jugar con las palabras nunca ayudó a nadie. Más que ayuda, trae desayuda. Desespera. Frustra. Mejor que sea lo que es y basta de decoraciones. Lo quiere. Lo busca. No lo encuentra aún... pero lo quiere, lo busca. No se decide porque no sabe todavía. Pero estuvo siempre la promesa de que sabrá. Y de ahí se agarra, se aferra.
JacquelineB.