El día que despierte con un dolor en el pecho porque ya no puedo soportar la absorción, tengo miedo de que no estés aquí. Porque ese día lo siento próximo y ya no quiero la lejanía. Me hace tanta falta el sentirme segura en tus brazos, el que me regales un beso cada mañana y cada noche, el que me muerdas con una ternura exquisita. ¿Y qué si te tardas más de lo que pensé? ¿Y qué si vuelvo a sentir los segundos como horas, las horas como días?
Ya quiero sentirme amarrada por tí; seguirte enganchada a esas manos con las que sueñan mis sueños. Caminar por un pavimento que no es frío ni caliente, sin calcetines, sin gorros, sin lentes... acompañando el sol que encalidece el agarre de nuestras palmas. Quiero vestirme de flores para tí y soplarte burbujas de colores en la boca. Que mis uñas te erizen la piel cuando las recorro por tu nuca, pidiéndote que me cargues por la banqueta, llevándome rápido entre el gentío que se nos queda viendo.
El calor en estas noches de junio es insoportable. Quiero tomar una ducha fría para mitigarlo. Tu recuerdo viene a mí y divago en él mientras enjabono cada pulgada de mi piel que extraña tus roces. Extraño más que te fijes en un lunar, en el ombligo, en una cicatriz y empieces a navegar con una yema como si mi cuerpo se tratara de una carta astral. Te posaras primero en un astro y de ahí empezar a corregir el rumbo cuando tu mismo roce me provoque estremecimientos.
No tengo más fuerza que la misma espera que me asfixia. De ella me nutro para que mi mente siga circulando todos los días en tí, para que mi boca siga sabiendo a tí, para que mis ojos te sigan imaginando cerca... en el sillón, en el pasto, en la banqueta.
Ya quiero sentirme amarrada por tí; seguirte enganchada a esas manos con las que sueñan mis sueños. Caminar por un pavimento que no es frío ni caliente, sin calcetines, sin gorros, sin lentes... acompañando el sol que encalidece el agarre de nuestras palmas. Quiero vestirme de flores para tí y soplarte burbujas de colores en la boca. Que mis uñas te erizen la piel cuando las recorro por tu nuca, pidiéndote que me cargues por la banqueta, llevándome rápido entre el gentío que se nos queda viendo.
El calor en estas noches de junio es insoportable. Quiero tomar una ducha fría para mitigarlo. Tu recuerdo viene a mí y divago en él mientras enjabono cada pulgada de mi piel que extraña tus roces. Extraño más que te fijes en un lunar, en el ombligo, en una cicatriz y empieces a navegar con una yema como si mi cuerpo se tratara de una carta astral. Te posaras primero en un astro y de ahí empezar a corregir el rumbo cuando tu mismo roce me provoque estremecimientos.
No tengo más fuerza que la misma espera que me asfixia. De ella me nutro para que mi mente siga circulando todos los días en tí, para que mi boca siga sabiendo a tí, para que mis ojos te sigan imaginando cerca... en el sillón, en el pasto, en la banqueta.