JacquelineB.
En verdad, no me siento tan diferente a como me sentía cuando escribí la entrada pasada. La releí ahorita, y me dí cuenta que en esencia, sigo sintiendo casi lo mismo. Sin embargo, "remodelar" mi cuarto ha sido algo que quién sabe por qué me ha ayudado. Reestructurarlo me hizo ver que necesito una pequeña reestructuración en mí misma. Sentía que pintaba las propias paredes de mi mente mientras pintaba las de mi cuarto, y de un color más brillante y cálido. Melón claro para las paredes, rojo salmón para el techo. Calor.

He tenido ya, desde hace tiempo, una cierta necesidad de reorganizar algunas cosas en mi vida. Hubo un momento en el que estaba un poco ciega y creía que todo iba de cierta manera bien, pero mi mente estaba en otro lado. Cuando caí de la nube me dí cuenta que estaba encaminada para un lugar bastante borroso. Una niebla infinita de dudas. Es diferente cuando caminas hacia algo brillante, aunque no sepas qué es. Otra cosa es deliberadamente elegir un camino con fog.

Me tuve que parar. Y sigo algo estancada aún, pero tomando riendas. Más que deternerma a analizar posibilidades y demás tonterías externas, es voltear a verme a mí misma. Introspección. Me detuve en ese laberinto lleno de niebla, parada con las piernas juntas, las manos acurrucadas debajo de mi cuello, los ojos cerrados... y el corazón abierto. Me metí en él y reencontré todas aquellas cosas que había estado poniendo a un lado por la inercia de la vida. La fuera natural de energía que me levanta todos los días, en una rutina que ni alcanzo a distinguir, me estaba guiando sutilmente para un lado dudoso, que a lo mejor quiero alcanzar, pero a lo mejor no.

Sigo detenida, pero avanzando en el propio laberinto que tengo dentro. No se trata de apresurarme, porque no estoy enferma ni me estoy muriendo. Estas cosas que hacen que me detenga son buenas. Realmente sólo son malas cuando son demasiado recurrentes, o cuando son demasiado pensadas que ni te dejan vivir. Gracias a Dios conmigo no llega a ese nivel. Entonces, cuando me pasa, aprovecho para limpiar los polvos. Siempre hay polvos, y si no me detengo una vez cada 1,000 días me ahogo en él.

Más que "reencontrarme" u otra palabra así bien rebuscada, es un intento por despejar caminos y enredaderas. Porque hay tantas cosas que quiero hacer, pero hay muchos peros. Esos peros son los que quiero superar. Algunos son nudos que yo misma me puse y que tengo que deshacer. Otros son obstáculos que no están en mí pero que puedo modificar con mis poderes persuasivos, jaja. Y otros son simples miedos o inseguridades en mí misma, que tengo que buscar superar para poder aventarme.

Y esa es la finalidad, después de todo. Aventarme. Ese miedo, ese constante análisis, tiene que bajar al menos a la mitad. Ya basta con la paranoia, con le inseguridad, con la inquietud. Tampoco puedo pasarme toda la juventud discriminando qué me conviene y qué no. En realidad, ya sé y siempre supe lo que quiero. En teoría, ya sé cómo lograr todo eso. Y más o menos se puede decir que sé por dónde empezar. Entonces, ya. ¿Qué me falta? No tengo ninguna excusa ya. Y no me dejaré escarbar más para encontrar alguna otra.

Si tengo que empezar desde cero, que así sea. No me importa tardarme, que el paseo es todo el chiste, o al menos gran parte de él. No más estancamientos, y por ende, no más remordimientos. ¿Y que si sí? ¿Y qué si no? Cómo cansan esas preguntas. Ya sé lo que quiero. Si encuentro algo que no es, pues es un no. Si lo encuentro, entonces sí. La fórmula es ridículamente fácil. No sé por qué no la he seguido desde un principio. Bueno, ya aprendí.

Pero okay, podrán ver en mi actitud que esto sí desgasta... me pone triste de vez en vez. Me desgasta.