JacquelineB.
No tengo mucho qué escribir. Los días son más simples de lo que pensé... al menos eso quiero aparentar. Es ahogante y, en ciertas culturas, hasta perturbante darse cuenta de que una misma vilmente intenta tragarse una idea cuando sabe que es errónea. Yo tengo errores, montañas de ellos. Los cargo con el hombro derecho, mientras el izquierdo aplauda mis victorias. No es justo para algunos que yo salga ganando; pero, ¿quién dijo que mi éxito tiene que beneficiar a todos? No busco que me aplaudan, porque no es un éxito completo. Si lo único que hice fue subir un peldaño. Sabrá sólo Dios si ese fue un error o no.

...No hay errores, sólo sucesos. Lo que sí hay es aquello que podrían llamar 'mala experiencia'. Pero hasta esas son buenas. Que lo típico que dicen todos lo diré aquí: No hay experiencia que no deje algo de enseñanza. Mientras que tampoco hay mal que por bien no venga. Y ahorita yo no veo mal. Veo confusión, pero la confusión no es negra... es grisácea. Dependiendo de cómo se va desenvolviendo en la gama de los grises es como voy caminando. Si se ennegrece, me haría para atrás. Si se enclarece, caería seducida. Y sí... admitiré que busco un blanco puro. Soy perfeccionista y orgullosa de serlo.

Sigo teniendo un cayo que esperaba no tener para ahora. No... no es un cayo, es un cadillo. De esos que igual y ya se aplastaron y los piquitos puntiagudos ya ni calan, pero sabes que está ahí. Te deshidrata que esté ahí. Y sabemos que el agua es vida, ¿no? ¿Qué hacerle? No está ahí porque quiero, pero quiero no prestarle importancia y eso hago. No la merece.

Ya no voy a hablar de caminos, opciones, sendas, la rosa de los vientos y el maravilloso compás. No hay nada de eso. Me he dado cuenta que no controlo los caminos, ellos se me presentan en frente y yo decido si tomarlos o no. He visto que la rosa de los vientos siempre va a soplar para donde se le dé la gana, sin importar todas las estrategias que se me puedan ocurrir para dirigir el viento hacia donde yo quiera. Y el maravilloso compás... que se supone que es lo que sí tendría en mis manos, ya ví que no. Ví que en esta vida nadie me dice nada, no existe la voz de sabiduría que me resolverá las cosas, unas manos que me desmenuzarán los problemas, ninguna bruja que pondrá cartas que predigan mi futuro, ni siquiera en la misma oración y fé encontraré respuestas concretas. No hay mapa. No hay ruta. "Caminante, no hay camino... se hace camino al andar".

Y quisiera hoy decir que no me da miedo. ¿Cuántas veces he escrito-- y no nos vayamos lejos, en este mismo blog... ¿Cuántas veces he escrito, paranoicamente, sobre mis miedos? No miedos de alturas, víboras y oscuridad (que los que me conocen, saben que es más que un pavor). Hablo del peor de todos: la soledad. Y cuántas veces no habré dicho: "Quiero pistas. ¿Qué va a ser de mí? Quisiera encontrarlo todo ya. ¿Por qué no entiendo nada? ¿Por qué se tarda tanto? Ya no quiero esperar. ¿Y ahora qué?"

Y, ¿saben qué? Esas preguntas siguen ahí. Intactas. Idénticas. Irresolvibles aún. Lo que ha cambiado es mi percepción de ellas. No se trata de empanicarse a contestarlas lo más pronto posible. Cierto, desde hace unas tres semanas estoy en otra posición... más cómoda, por así decirlo. Cómoda en el sentido de que puedo posponer esas preguntas y no pasa nada. Al menos por ahora. ¿Y al rato, cuando me entre lo existencial? Obvio reaparecerán.

Pero la percepción es permanente. A eso sí, ya no le tengo miedo. Si las respondo ahorita o en cinco años, viene dando lo mismo. La vida no es para adivinarse, no es para cocinarla. La vida es para tragarla como nos viene, cruda y desconocida. Nueva. Espontánea. Porque la vida nunca se hace vieja. Resulta que el sabio y la bruja no existen, que ninguno de los dos me puede predecir nada. Podré tirarle a algo, apostarle a lo mejor. Pero nada con certidumbre. Y antes, era tan necesaria...

Pues ya no. Puedo atreverme a decir que, planeando lo poco que pueda planear ahora (dígase carrera, relación, familia, amistades, espiritualidad), me es suficiente para seguir caminando sin detenerme cada 2 pasos a revisar si el paso anterior lo dí bien. Eso debe parar... a eso ya no vuelvo. Seré analítica, cuidadosa, precavida y perfeccionista toda la vida. Pero nada en este mundo me quitará mi derecho de probar las cosas como me las ponen en el plato sin preguntar qué ingredientes me pusieron ahí. Podré seguir cargando mi espada y mi escudo, pero la espada guardada y el escudo a mis espaldas. No tengo qué temer. No tengo por qué lidiar más con este miedo que no merece pararme de punta un solo cabello.

Despierta, pero ligera. Así es mejor... hay que encontrar el unagi [click for video], jeje. Paz.