JacquelineB.
Me espera muchísimo ruido las siguientes semanas. Ya se imaginarán por qué. Siempre hay mucho que hacer en música y psicología. Realmente siento que estoy estudiando dos carreras... De hecho, le dedico más tiempo al hobbie que a la profesional. (Ni me dí cuenta, pero ahí está mi inconsciente traicionándome puntualmente: mencioné primero la música que la psicología... go figure). No es que me gusta más una que otra. A la psicología le dedico las mañanas y las noches; las mañanas en clases y en las noches tareando. El resto del día, toda la tarde prácticamente, es para la música.

Debo admitir que me está volviendo algo loca/inestable/demente. Probablemente es el efecto pre-exámenes-finales o algo por el estilo. Me he estado esforzando demasiado para mantener ambas disciplinas equilibradas, pero parece que no puedo estar bien en una sin estar mal en la otra. Tiene que haber una manera de balancear, ponderar y organizar las maneras, las horas y el sudor en cada una para que ambas estén equilibradas y satisfechas. Es como si tuviera dos novios. Ambos necesitarían de mi tiempo, mi atención, mi cuidado, e te ce. (No, gente, no tendría dos novios a la vez).

Lo curioso es que después de esas semanas de RUIDO y PÁNICO, vienen las tan anheladas y heladas vacaciones de invierno. La navidad se aproxima y tengo tantas ganas de no hacer nada y hacerlo todo en mi no-actividad. A decir verdad, parece que me muevo más en vacaciones que en cualquier otro momento. Es ahí donde finalmente me puedo poner a terminar proyectos personales truncos, y empezar otros sueños que siempre se quedaron sueños... (hablo de escribir, pintar, cocinar, decorar).

Estoy tan confundida ahorita, pero no me sorprende... ¿cuándo NO estoy confundida? Bueno, llevo casi 2 años confundida. Ya ni sé si quiero estar sola o acompañada en el invierno... y eso que vendo tanto la idea de que todos liguemos ahorita que técnicamente aún es otoño y estamos a tiempo, para tener las provisiones necesarias en el frío (¡acurrucaciones!). Es una idea linda y deliciosamente romántica, pero desgraciadamente ya la hice demasiado complicada. Maldita sea. No es mi intención. Han pasado los meses y cada vez pongo la cuerda más arriba, como esperando más, queriendo más... o quizá, debajo de todo, estoy prolongándolo más. Parece que quiero que batalle, que demore, que le cueste llegar. Claro que todo esto no lo hago en mi plano de conciencia... pero, argh. Yo no era así. Creo que puedo regresar a como era antes. La gente sí cambia, ¿no? Quizá puedo retroceder y... Bah, es casi imposible.

No sé para qué me hago tantas bolas. Al menos por ahora no lo puedo evitar, y cuando tenga el tiempo de ponerme a pensar y realmente meditar estas cosas... ya veré cómo lo resuelvo como se debe. Y ya. Simplificar las cosas y abrir más el camino que he ido llenando ya de espinas cada vez más espesas. Es que es cierto, parece que quiero que no entre nadie... *shock*. Pues no es así. Es que, argh, maldita mente que juega conmigo. Quiero con todas mis fuerzas, pero no me dejo por miedosa o ya ni sé por qué. No me suelto y eso me desespera. ¡Antes no era así! Eso es lo que más me pega; el hecho de saber que alguna vez no tenía esta barrera tan alta, tan gruesa, tan resbalosa. Lo bloqueo y no quiero bloquearlo.

Quizá es porque simplemente quiero que esta vez sea real. Quizá es porque no quiero jugar otra vez. Quizá es porque esta vez lo quiero en grande... y para encontrarlo es todo un laberinto. YO soy todo un méndigo laberinto. Lo peor del caso es que me encanta. ¡¿Apoco no soy bien desesperante?! No sé cómo mis amigos no han salido de aquí corriendo por sus vidas.

Pero sí... lo admito y lo reitero. Me encanta complicarme las cosas. No todas, naturalmente. La mayoría las prefiero sensishitas y por ende, son más disfrutables. ¿Pero en el amor qué? Lo sencillo no aplica. No, para mí no. CLARO, el golpe es de lo más sencillo. Girl meets boy. Girl falls in love with boy. Done. De hecho también me encanta el hecho de que el "proceso" no es un proceso en sí... ¡Wuo! ¡Tuve un déja vu justo ahora! :D Qué cool... *ahem*. Estem, sí. De hecho también me encanta el hecho de que el "proceso" no es un proceso en sí... no hay pasos a seguir, no hay un instructivo, there's no wrong or right way to do it. Simplemente ES, y todo lo demás que se vaya al caño.

Lo complicado realmente viene cuando empiezas a racionalizar las cosas. Son como dos Jackie's. (Sip, teoría de Raúl pero que naturalmente aplica para todos y ya todos se la saben). El yo emocional, el yo racional. El emocional es a todo dar... está bien idiota y todo le sale mal. Todo lo hace reaccionar, para bien o para mal. Todo le emociona, todo le pega, todo le evoca. Sip, está BIEN wey... :) pero cae muy bien. El racional es inteligente, analítico, calculador, protector. Las cosas le salen bien y no le duele nada. Pero ARGH, cómo nos choca que en muchas ocasiones no nos deja disfrutar del momento y portarnos como niños. ¡Que eso debería ser 24/7, qué no! Pero admitamos que ya cumplimos 20 años y que no en todas situaciones podemos ser pequeñuelas chicuelas chimuelas. Y admitamos también que gracias a ese lado racional nos hemos evitado unas buenas sangoloteadas y tropezones que no nos dejan una verdadera enseñanza porque hemos cometido ese error 80 veces antes, "con la misma piedra".

Es relativo. Sin embargo, al menos por el invierno... Al menos por el invierno, ¡maldita sea! Quisiera que ese padre racional se callara tantito, que se bajaran las defensas. Como alguna vez dije en este mismo blog en Diciembre del año pasado, es en esta época cuando me pongo toda calientita, invitadora, tierna. No sé si es una respuesta biológica natural a las bajas temperaturas, o la bonita sensación de que se acerca la Navidad y todos tenemos que ser lindos con todos, pero eso es lo que pasa. Sin embargo, no sé por qué me da la sensación de que este año va a estar más racional la cosa. Si no le pido a aquél que se quede en silencio este par de meses, no lo va hacer (cuando en años anteriores era algo natural, que realmente ni me daba cuenta cuándo le picaba al switch y la barrera bajaba poquito a poco, hasta no tener ni una pulgada de altura).

De nuevo, racionalmente hablando, es algo bastante peligroso. Claro que cuando las defensas andan bajas soy más vulnerable, y cualquier golpesito me va a doler hasta el alma. El emocional también tiene sus defensas... el emocional negativo, al menos. El emocional también puede ser serio, enojón, ¡agresivo! Fregados no. Bueno, quizá no "agresivo", pero sí defensor. Pero todo lo hará desde los sentimientos, y todos sabemos que cuando actuando bajo sentimientos no pensamos muy bien las cosas.

¡Pero al diablo con todo eso! Llevo 300 días del año de este lado de la carta, al menos los 65 días que restan quiero bajar mis defensas. ¡A ver si así me dejo! A ver si así me suelto un poquito más, pongola cuerda floja a un nivel más razonable y empiezo a abrir quizá no la puerta entera, pero ventanillas por ahí... que ya he ido abriendo unas últimamente. Es que neta ya no puedo respirar. En mi propia cabaña de ACERO, ya no puedo respirar. Estoy sola inhalando mi mismo bióxido de carbono e intoxicándome en él. ¡Yaaa! Tengo demasiado que dar como para no estar dándolo cada sagrado minuto de mi vida.

Realmente creo, genuinamente, que si empiezo a abrir ventanas o hacer agujerillos por ahí aunque sea con las uñas, mi cabaña podrá volver a ser como era antes... de madera, iluminada, con plantitas colgadas en el borde de la ventana abierta para dejar entrar las brisillas del afuera, cortinas semitransparentes, el piso pulido y música de fondo. Por lo menos pido que haya movimiento. Puede ser que aún esté yo sola ahí encerradilla, barriendo la misma tierra y regando las mismas matas. Dije ventanas, no puerta. Obviamente el ultimatum es ese. La puerta lleva ya demasiado tiempo cerrada, y desde que cerró ya no es lo mismo... La falta de oxígeno empezó a pudrirlo todo.

Pero he encontrado en mí una cierta luz, propia, mía. Una disposición que había perdido, de volver a encenderlo y limpiarlo todo. Mínimo limpiarlo ya bien. No mentir que ya está todo listo para abrir la puerta cuando realmente no. No. Realmente sacar toda basurilla, comino y hasta la última pelusa. Ya no es tan difícil. Ya no hay ningún intruso ahí dentro, ningún ser caminando con los pies sucios, no-bienvenido, dañando mi suelo y picando mis paredes, ennegreciéndolo todo con música azul. Ya no me tiene limpiando atrás de él su mugrero. No. Ahora el mugrero que queda es mío, y ya me conozco cuando limpio un cuarto o una casa entera. Conozco qué tipo de tierra es, y es un proceso tres mil veces más sencillo... El poco desorden y polvo que queda son restos de mi propio caos que ya no es caos. Es una danza que se ha repetido ya demasiadas veces en todo este tiempo y ya me sé la coreografía entera. Ya sé por dónde piruetean los ganchos fuera de lugar, en qué momento los platos sucios se avientan un ball change por ahí y los libros se caen de las repisas marcando un armonioso saut de chat.

Me he envenenado la mente con esa coreografía y ya me aburrió demasiado. Ya me desesperó con los mismos pasitos estúpidos y la música que antes era melancólica, ahora es hueca y sin sentido. Ya sé atraparlos a todos en sus cifras de danza y como al menos una ventana sí he tenido abierta todo este tiempo, por ahí saldrán volando para romperse con el primer árbol que se les atraviese. ¡Sí! ¡Árboles! ¡Está repleto de árboles afuera! ¿Y yo como vieja amargada encerrada nadamás escuchando a lo lejos cómo todos los demás se trepan en ellos a darse besos secretos detrás de las hojas? ¡NO! De hecho por mucho tiempo le subía al volumen a mi enferma canción para callar las risillas de los demás... cínicamente, celosamente.

Dejé que la tristeza me pudriera. Pero lo que no te mata, te hace más fuerte. Mínimo ya sé dónde estoy, y mi yo racional lo ha analizado todo. Estoy queriendo limpiarlo todo lo más rápido posible, porque finalmente mi cabeza se puso de acuerdo con mi corazón. La cabeza racional pausó la música, agarró la escoba y detuvo ese caos psicotizador... Sí, apenas he agarrado la escoba. No he limpiado nada. El pequeño corazón empezó a latir demasiado fuerte, tanto que ya estaba tan desesperado por que la razón abriera una mentada ventana. Y por fin, ha hecho caso. Ha tomado las riendas, se ha puesto las pilas. Quiere sacudirlo todo en friega, para que la pobre niña loquilla de adentro por fin salga a besar un amor en el árbol... y lo invite a pasar a una cabaña de madera y aromas de jazmín.