JacquelineB.
Lleno de telarañas, pero aquí sigue mi pobre blog parado después de... Wow, casi 6 años.

Tengo tanto que contar, pero en estas tonterías tan públicas siempre es mejor ser discreta, al menos hasta el momento más óptimo. Bueno, quizá puedo contar un par de cositas antes de ir a dormir para desempolvar aunque sea.

Tengo sueño.

No puedo dejar de pensar que ya soy Maestra Titular en el Colegio. Tantas ideas me remolinean en la cabeza por las noches, que a veces no duermo. Me emociona tanto. Es segundo de kinder, así que mis niños tendrán entre 4 y 5 años. Una edad tan hermosísima y yo con tantos planes de cómo haré las cosas.

Menos de un mes para entrar a la Facultad de Música. Mi tan anhelado y esperado sueño de estudiar música profesionalmente, que tantas veces demoré y postergué.

Todo por fin está tomando lugar, tomando rumbo.

Quiero pensar que pronto podré deslindarme de las últimas dudas, las últimas preguntas que me he estado haciendo sobre "el resto de mi vida" y esos temas tan enormes que no se pueden tomar a la ligera. Algunos días se me olvida y otros días me duele tanto. Me coquetean ideas y algunas otras las trato de ignorar. A veces me pregunto y a veces no me importa...

Es cuestión de tiempo. Poco tiempo.


Quise jugar el otro día a escribir un cuentito. Obviamente era de una chica parisina y obviamente había un chico. Ella siempre llegaba tarde al trabajo y él llevaba casi 2 años viéndola pasar, esperando una excusa para poder hablarle. Siempre a la misma hora, siempre por la misma ruta hacia el metro de París. Entre inviernos y épocas de lluvia, sólo la veía pasar con sus diferentes ropas acorde a la temporada. Era tímido y le gustaba fumarse un cigarrillo mientras leía alguna aventura nueva.

De eso se trata más o menos. Igual y cuando lo termine bien, lo pongo por aquí... Total, nadie lee esto, así que no me dará mucha pena de cualquier forma.

JacquelineB.
Ojalá los humanos fuéramos estúpidos. Estúpidos en el sentido de no tener un almacén de memoria por ahí perdido en el encéfalo, no poder traer información a la conciencia mediante el recuerdo, no asociar emociones a objetos específicos o cosas por el estilo. Un mundo así sería fantástico, al menos vivir en él unos cuantos meses ahora me haría 'estúpidamente' feliz.

Como cuando no te aguantas la desesperación de jalarte la cascarita/costra rara que se te hace después de darte en la madre en las escaleras, pero vas y te la quitas. Duele hasta el hígado, pero por unos segundos nadamás. Lo que los estúpidos humanos no sabemos es que al hacer eso, lo único que lograste es 1) alentar el proceso de sanación, y 2) dejar una cicatriz permanente en tu piel. Coño. De haber sabido antes, hubiera aprendido a ser masoquista por más tiempo y aguantarme las ansias de la herida.

La cosa es que es la misma herida, para fines prácticos. La misma pinche herida que ya estoy harta de ver, de tocar, de ponerle pomada y esas cosas. ¡Córtame en otro lado, coño! Pero es que no, tiene que ser ahí, ¿en dónde más? Mi culpa por enseñarle dónde era, el (o los) punto débil. ¿A quién engaño? Toda yo soy un punto débil, haha.

La mente es lo que me mantiene circulando, supongo. Porque, por desgracia, resulta que no soy una mera humana estúpida. Para empezar, no se me olvida absolutamente nada que sea relevante. También tengo el súper-poder de predecir lo que viene y lo que me va a pasar antes de que me suceda, pero la pendejez en la corteza motora de seguir dándole hasta que algo me golpee muerta. Hey, humana al fin.

Y como tal, me perdono mis estupideces, aunque sean las mismas que repito desde la adolescencia. Acepto mis retrasos y mis defectos, y acepto que me defraude mi propio cerebro en el transcurso del tiempo. "El mal necesario de desprenderse", es lo que me he dicho todas las veces anteriores. Pero esta estúpida ya aprendió al fin que es el bien necesario de desprenderse.

Y ya.
JacquelineB.
Funny how I decided to do this for good one day before Valentine's.
JacquelineB.
1.
Odio que no tengas recuerdos, al saberme yo tan incompleta si no los tuviera. Odio que no te haya quedado ni una pizca de lo que fue y yo me lo tengo que tragar todo. Eres indigerible, como la grasa que se te atora en las venas y a tu cuerpo no lo deja respirar.

2.
Quise hacerme como tú. A mi pobre libreta la tiré a la basura porque ya no me sirve de nada. Me sentí hasta valiente, aliviada, aunque todavía cargo el peso de ese crimen que nunca me había atrevido a pensar. Hojas y hojas de recuerdos que aún tengo, pero en mi mente tan borrosa y alterante de la realidad. A lo mejor me conviene recordar de una manera distorsionada, puede que duela menos.

3.
Y me deslindo a trozos.